Escrituras:
Hechos 8:4-24
Propósito: Enseñar el verdadero valor de los
dones que Dios ha otorgado a la humanidad; mostrar la gran diferencia que existe
entre esos dones de Dios y los valores materiales del hombre.
Hechos Bíblicos:
Felipe, un evangelista del Señor, viajaba a
una ciudad en Samaria a predicar las buenas nuevas acerca de Cristo a la gente
de esa región. Felipe había sido
bendecido con el don del Espíritu Santo y tenía el poder de sanar al enfermo y
al lisiado (Hch. 6:5-6; 8:6-7). Gran
alegría cayó sobre esta ciudad al ver que el hombre con el don de Dios venía a
restaurar la salud de muchos.
En esa misma ciudad vivía un hombre que era
muy bien conocido por su gran habilidad de mago. Se llamaba Simón, y podía ejercer grandes
actos de magia, tan bien lo hacía que la gente casi creía que él también había
recibido el don de Dios. Simón se
encontraba entre los muchos que escuchaban a Felipe predicar las buenas nuevas
acerca de Cristo y el mensaje de salvación.
Estas gentes creyeron lo que Felipe les había enseñado y fueron
bautizados. Simón también aceptó al
Señor en bautizo (Hch. 8:13).
Mientras tanto los apóstoles aun se encontraban
en la ciudad de Jerusalén. Cuando
supieron del éxito que Felipe había tenido en enseñar Cristo a los samaritanos,
enviaron a Pedro y a Juan también (Hch. 8:14).
Solamente los apóstoles tenían el poder de otorgar el Espíritu Santo a
otros. Felipe lo había recibido pero no
tenía el poder de pasarlo a otros.
Pedro y Juan dieron el poder a varios que
habían sido seleccionados tal vez como maestros o predicadores de entre los
samaritanos. Simón observaba todo esto
especialmente cuando los apóstoles imponían las manos y aquéllos recibían el
Espíritu Santo (Hch. 8:17; 6:6).
Entonces les dijo: “...Dadme
también a mí este poder, para que cualquiera a quien yo impusiere las manos
reciba el Espíritu Santo.” Y les ofreció
dinero a cambio de esa acción (Hch. 8:19).
Pensar que los dones de Dios pudieran ser comprados con dinero era un
gran pecado. Por lo que Pedro le
contestó: “...Tu dinero perezca contigo,
porque has pensado que el don de Dios se obtiene con dinero.” “...porque tu corazón no es recto delante de
Dios.” “Arrepiéntete, pues, de esta tu
maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu
corazón” (Hch. 8:20-22). Simón estaba
tan tereroso al oír las palabras de Pedro que rogó a los apóstoles: “...Rogad vosotros por mí al Señor, para que
nada de esto que habéis dicho venga sobre mí.”
(Hch. 8:24)
Ilustración:
El papá de Margarita tenía un buen negocio y
bastante grande. Cada semana Margarita
recibía de su papá una pequeña cantidad de dinero. Un día Margarita le pidió que le diera más
dinero diciéndole: “Si tuviera más
dinero sería la niña más feliz.” Pero su
papá le dijo: “No es que no tenga el
dinero para dártelo, pero sé que el dinero no hace a la gente feliz.” Margarita no podía entender lo que su papá le
decía. Pero un día al ir a la tienda con
su amiguita Rosara, Margarita se sorprendió al saber que Rosaura no recibía
dinero cada semana y sin embargo siempre estaba contenta y sonriente. De vez en cuando su papá le daba una pequeña
cantidad, pero no muy seguido. “¿Cómo
puedes estar satisfecha con tan poco dinero?” le preguntó Margarita. Rosaura le contestó: “por la sencilla razón de que tengo muchas
cosas que el dinero no puede comprar.
Nuestra familia es feliz porque hay amor entre nosotros. Pero por lo que soy más feliz es porque tengo
a Jesús. Y si no tuviera otras cosas,
nada más con tenerlo a él sería feliz.”
Ahora Margarita podía comprender lo que su
papá le había tratado de explicar.
Aplicación:
Dios contempla la parte interior del hombre,
no solamente las acciones exteriores del hombre. Dios sabe todo lo que nuestros pensamientos
ocultan. Simón cometió un pecado
exterior, al tratar de comprar un don de Dios que no estaba en venta, pero su
verdadero pecado comenzó con un pensamiento de su corazón (Mt. 15:19). La mayor parte de nuestros pecados se inician
en nuestra pecados se inician en nuestra mente y en nuestro corazón. Nosotros también debemos rogar para que
nuestros malos pensamientos sean perdonados. (Hch. 8:22)
Conclusión:
La salvación se nos otorga, como lo era el don
del Espíritu Santo, que Simón deseaba tener.
Todas las riquezas materiales de este mundo, no pueden comprar la
salvación eterna de una persona. Todas
las riquezas materiales serán destruidas algún día, pero nuestras obras
espirituales vivirán para siempre.
Moral de la lección:
Vivimos en una época de preocupación material. El dinero muy a menudo parece ser algo de
mucha importancia para nosotros. El
dinero era importante para la gente que vivió dos mil años atrás. También, Simón pensó que el dinero sería de
importancia para los apóstoles. Creía
que el dinero significaba poder. Pero
los apóstoles habían rechazado beneficios materiales con el objeto de dar a
conocer el reino de Cristo. Tal vez
Simón no había aprendido aun cómo servir a Dios, pues aun deseaba poder
material y riquezas. ¿Cometemos este
mismo pecado nosotros también?
Referencias de la biblia:
1 Ti.
6:10; He. 4:12; Mt. 15:18; Mt. 16:26.
Para meditar:
·
Desde el momento en que solamente los apóstoles podían pasar el milagroso
don del Espíritu Santo en los días de Felipe, nadie puede pasar este don en la
actualidad, pues los apóstoles están muertos.
·
Todos los cristianos reciben el don del Espíritu Santo (Hch. 2:38; Hch.
5:32) pero en tiempos de los apóstoles, algunos también tenían el poder de
realizar milagros y maravillas. Esto no
es así en la actualidad.
Preguntas:
1.
¿En qué región suceden los acontecimientos de nuestra historia? Hch. 8:9
2.
¿Por qué la gente estaba tan gozosa de ver a Felipe en esa ciudad? Hch. 8:8
3.
¿De dónde creía la gente que Simón había recibido sus poderes mágicos? Hch. 8:9-10
4.
¿Qué hicieron muchos de los que escucharon lo que Felipe les predicó? Hch. 8:12-13
5.
¿Se encontraba Simón entre los que creyeron? Hch. 8:13
6.
¿Quién envió a Pedro y a Juan a Samaria de Jerusalén? Hch. 8:14
7.
¿Qué fue lo que Simón trató de comprar con dinero? Hch. 8:18-19
8.
¿Quién condenó a Simón y le dijo que se arrepintiese y orara?
9.
¿Se arrepintió Simón de su pecado?
Hch. 8:24
10.
¿Qué le pidió Simón a Pedro que hiciera por él?
Versos para memorizar:
“Entonces Pedro le dijo: Tu dinero perezca contigo, porque has pensado
que el don de Dios se obtiene con dinero.
No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es
recto delante de Dios.”
--Hechos 8:20-21
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AQUÍ El Hombre Que Trató De Comprar El Espíritu Santo
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