lunes, 10 de marzo de 2014

Curso Basico De La Biblia

LECCIÓN 12

LOS PRIMEROS GENTILES CONVERTIDOS

En el capítulo diez de Hechos leemos acerca de los primeros gentiles convertidos al cristianismo. Esta historia es muy interesante, pues contiene información que es indispensable para los que desean un entendimiento completo de los requisitos fundamentales para ser miembro de la iglesia.
Cornelio era un hombre que vivía en la ciudad de Cesarea. El era un centurión (un oficial de alto rango en el ejército). Cornelio era un hombre que tenía autoridad, que era respetado en la ciudad y que tenía algunas posesiones. En la Escritura se le describe como un hombre devoto que temía a Dios, hacía muchas limosnas y oraba a Dios siempre. Un día Cornelio tuvo una visión en la que vio a un ángel de Dios. Esta visión lo atemorizó, y dijo: "¿Qué es, Señor?" La aparición celestial le respondió: "Tus oraciones y tus limosnas han subido para memoria delante de Dios. Envía, pues, ahora hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro. Este posa en casa de cierto Simón curtidor, que tiene su casa junto al mar; él te dirá lo que es necesario que hagas" (Hechos 10.4-6).
Cuando el ángel se fue, Cornelio envió algunos de sus siervos con un soldado a la ciudad de Jope, con el objeto de invitar a Pedro para que viniera con ellos a Cesarea. "Mientras ellos iban por el camino ... Pedro subió a la azotea para orar"(10.9). Mientras oraba, vio los cielos abiertos y algo que descendía un gran lienzo, "que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo. Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come. Entonces Pedro dijo: Señor, no; porque ninguna cosa común o inmunda he comido jamás. Volvió la voz a él la segunda vez: Lo que Dios limpió, no lo llames tú común. Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo" (Hechos 10.11-16). Pedro fue turbado por esta visión, no entendió el significado de lo que había visto y oído. Mientras él meditaba acerca de esto, los hombres que había enviado Cornelio llegaron a la casa donde moraba Pedro. Pedro llegó a donde estaban los hombres, e instruido por el Espíritu Santo les dijo: "He aquí, yo soy el que buscáis; ¿cuál es la causa por la que habéis venido? Ellos dijeron: Cornelio el centurión, varón justo y temeroso de Dios, y que tiene buen testimonio en toda la nación de los judíos, ha recibido instrucciones de un santo ángel, de hacerte venir a su casa para oir tus palabras" (Hechos 10.21-22). 
Al siguiente día Pedro y aquellos mensajeros, con seis cristianos de Jope, fueron a la ciudad donde vivía Cornelio. Este ya los esperaba, habiendo reunido a algunos familiares y amigos. Cuando Pedro entró a la casa donde estaba Cornelio, éste cayó a sus pies y le adoró. "Mas Pedro le levantó, diciendo: Levántate, pues yo también soy hombre" (Hechos 10.26). Entonces entraron al cuarto donde toda la gente estaba reunida y Pedro les dijo: "Vosotros sabéis cuán abominable es para un varón judío juntarse o acercarse a un extranjero; pero a mí me ha mostrado Dios que a ningún hombre llame común o inmundo; por lo cual, al ser llamado, vine sin replicar. Así que pregunto: ¿Por qué causa me habéis hecho venir?" (Hechos 10.28-29). Cornelio contestó a la pregunta de Pedro, diciendo:"Hace cuatro días que a esta hora yo estaba en ayunas; y a la hora novena, mientras oraba en mi casa, vi que se puso delante de mí un varón con vestido resplandeciente, y dijo: Cornelio, tu oración ha sido oída, y tus limosnas han sido recordadas delante de Dios. Envía, pues, a Jope, y haz venir a Simón el que tiene por sobrenombre Pedro, el cual mora en casa de Simón, un curtidor, junto al mar; y cuando llegue, él te hablará. Así que luego envié por ti; y tú has hecho bien en venir. Ahora, pues, todos nosotros estamos aquí en la presencia de Dios, para oir todo lo que Dios te ha mandado"(Hechos 10.30-33).
Entonces, Pedro empezó a predicar a aquella gente. El predicó el mismo mensaje que antes había pronunciado el día de Pentecostés, y cuando había sanado al hombre cojo. El habló a aquella gente de la vida de Cristo; de cómo los judíos lo habían crucificado sin causa; de su sepultura y resurrección al tercer día. Entonces Pedro dijo: "Y nos mandó que predicásemos al pueblo, y testificásemos que él es el que Dios ha puesto por Juez de vivos y muertos. De éste dan testimonio todos los profetas, que todos los que en él creyeren, recibirán perdón de pecados por su nombre" (Hechos 10.42-43). Mientras Pedro estaba hablando, el Espíritu Santo cayó sobre ellos. Esto dejó atónitos a los hombres de Jope, que no concebían que Dios pudiera derramar sobre los gentiles el Espíritu Santo. Pedro, sin embargo, vio en esto el reconocimiento y la aprobación de los gentiles ante Dios; entonces mandó que Cornelio y sus amigos fueran bautizados.
Para apreciar debidamente la importancia de estos hechos, es necesario recordar que a través de toda la dispensación mosaica el pueblo gentil no tenía parte en los asuntos de Dios, mientras que la nación de Israel fue escogida por Dios para ser la depositaria de los estatutos y mandamientos de la ley de Moisés.
Los judíos recordaban constantemente la existencia de Dios y sus obligaciones para con él por medio de varias fiestas, hechos, ordenanzas y ceremonias. A causa de esto, los judíos pensaban que solamente ellos eran los elegidos. Por lo tanto, veían con disgusto, y a veces con odio, a las naciones gentiles. Todo el pueblo convertido el día de Pentecostés era judío. Ahora, por vez primera, los gentiles eran recibidos en el reino de Dios. Era, por lo tanto, absolutamente necesario que se produjeran algunas señales no usuales del cielo, con el objeto de confirmar el hecho que los gentiles podían ser recibidos en la iglesia, destruyendo así el prejuicio que existía en los judíos. Que esto era el propósito del don del Espíritu Santo en esta ocasión, no se puede negar examinando el siguiente hecho.
Cuando Pedro regresó a Jerusalén, encontró que los otros apóstoles y los hermanos de Judea se hallaban turbados a causa de que él había entrado en casa de un gentil y predicado la palabra. Pedro les explicó lo que había sucedido, hablándolos de la visión que había tenido, la voz que había oído y el Espíritu Santo que le había ordenado ir a Cesarea a predicar.
Les dijo como él había entrado en casa de aquel hombre, y cómo Cornelio le había hablado de la visita del ángel y lo que le había ordenado: "Envía hombres a Jope, y haz venir a Simón, el que tiene por sobrenombre Pedro; él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú y toda tu casa" (Hechos 11.13-14). Entonces, dijo Pedro: "Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios?" (Hechos 11.15-17). Pedro apeló a este hecho extraordinario del Espíritu Santo para justificarse por haberse asociado con gentiles y por haberlos bautizado en el nombre del Señor Jesús. Puesto que Pedro habló por inspiración, podemos concluir positivamente que el propósito del don del Espíritu Santo, en esta ocasión, era quitar todas las dudas de las mentes de los hermanos judíos para aceptar al pueblo gentil. Por lo tanto, el don del Espíritu Santo, en esta manera y en esta ocasión, fue exclusivo para aquella gente: una dispensación especial por una razón especial. 
Una vez más llamamos la atención al hecho que los mandamientos dados por hombres inspirados, a aquellos que desean ser miembros del cuerpo del Señor, o sea la iglesia, son los mismos en todo el Nuevo Testamento. En realidad, parecería extraño si las leyes de Dios fueran un conjunto de mandamientos para un grupo de gentes que estuvieran en una situación determinada, y un conjunto de mandamientos diferentes para otro grupo distinto de personas bajo la misma situación. La verdad, para ser verdad, debe ser consecuente consigo misma. Es eternamente cierto que las cosas que son iguales a otra cosa, son iguales una a otra. La ley de Dios, por ser Verdad infalible, debe concordar siempre consigo misma. Lo que a una persona se le ordena hacer para convertirse en cristiana, debe concordar exactamente con lo que se ordena a otra persona para cumplir el mismo propósito. Nótese, por lo tanto, que estas personas primero oyeron la palabra. Recuérdese que "la fe es por el oir, y el oir, por la palabra de Dios" (Romanos 10.17).
Prestar atención honesta a la palabra, y pesar cuidadosamente las pruebas que da, conduce a creer. Cornelio y los que estaban con él eran conscientes y honestos; y porque oyeron las palabras de Pedro humildemente y las sopesaron sinceramente, creyeron. También se arrepintieron. En Hechos 11.18 se dice que cuando los apóstoles oyeron estas palabras callaron y glorificaron a Dios diciendo: "¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida!" Finalmente se le ordenó bautizarse (Hechos 10.48). No se pueden ignorar los mandamientos de Dios impunemente. Jesús dijo:"Si me amáis, guardad mis mandamientos" (Juan 14.15).
Por lo tanto, como guardar los mandamientos de Jesús es demostración de que le amamos, y como amar a Jesús es obviamente esencial para la salvación, concluimos con que el bautismo es también esencial para la salvación. Es prerrogativa de Dios ordenar; es facultad del hombre obedecer.


PRUEBA DE LA LECCIÓN 12

Pregunta Número:
1. Cornelio vivía en a ciudad de Jerusalén. ¿Sí? ¿No?
2. En una visión Cornelio vio un ángel de Satanás. ¿Sí? ¿No?
3. Cornelio y los que estaban con él eran conscientes y honestos. ¿Sí? ¿No?
4. La voz le dijo a Pedro que no fuera con los hombres a Cesarea. ¿Sí? ¿No?
5. Pedro dijo que Dios le había mostrado que era correcto llamar inmundas a las cosas comunes. ¿Sí? ¿No?
6. Pedro mandó que Cornelio y sus amigos fueran bautizados. ¿Sí? ¿No?
7. El Espíritu Santo cayó sobre los gentiles que oían las palabras de Pedro. ¿Sí? ¿No?
8. Pedro fue acompañado a Cesarea por otros hermanos de Jerusalén. ¿Sí? ¿No?
9. Los apóstoles y hermanos en Jerusalén decidieron no aceptar a los nuevos convertidos entre los gentiles. ¿Sí? ¿No?
10. Hch. 11.14: "Él te hablará palabras por las cuales serás salvo tú, y toda tu casa". ¿Quién hablará estas palabras de salvación?
11. Guardar los mandamientos de Jesús es demostración de que le amamos. ¿Sí? ¿No?
12. El don del Espíritu Santo, en esta manera y en esta ocasión, fue exclusivo para aquella gente: una dispensación especial por una razón especial. ¿Sí? ¿No?

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