LECCIÓN 14
LA SALVACIÓN POR GRACIA
"Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de
vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe" (Efesios 2.8-9). La salvación es
el tema central de la Biblia. Desde antes de la fundación del mundo, Dios
formuló el plan de enviar a su Hijo como sacrificio perfecto para la redención
del hombre. En el Nuevo Testamento, la salvación es destinada a varias cosas.
Cada una de ellas se menciona en el Nuevo Testamento como necesaria para la
salvación del hombre, relacionándolas con otras cosas también esenciales. En el
versículo que estudiaremos en esta lección, la salvación se destina a dos
cosas: gracia y fe. Nuestra primera consideración será aprender la naturaleza
de la gracia y la parte que ésta juega en nuestra redención.
La gracia se ha definido como favor inmerecido; y sin embargo, siendo
una buena definición de esta palabra, fracasa al no damos un significado que la
abarque en su profundidad. Pero podemos entender mejor la naturaleza y el
carácter de la gracia si estudiamos las manifestaciones de ella.
La creación es claramente un acto de gracia. Cuando Dios puso orden en
el caos, el hombre no había sido creado todavía. Por lo tanto, el hombre no
tenia en qué intervenir en el presente orden de cosas. Dios creó el mundo para
la felicidad del hombre, y por lo tanto, como el hombre no merecía este acto de
Dios, la creación es resultado de su gracia.
Otro ejemplo del favor no merecido de Dios para el hombre es el don
inapreciable de su Hijo. El apóstol Pablo escribió con respecto a Cristo: "El
cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho
semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí
mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz" (Filipenses
2.6-8). Nos sentimos conmovidos ante semejante muestra de amor hacia nosotros. "Porque
de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado su Hijo unigénito, para que todo
aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna" (Juan
3.16). Con el apóstol Pablo humildemente decimos: "¡Gracias a
Dios por su don inefable!" (2 Corintios 9.15). El don del
Hijo de Dios, absolutamente necesario para la salvación eterna del hombre, fue
el resultado de un favor inmerecido de parte de Dios. Por lo tanto, fue de
gracia.
En conexión con el don del Hijo de Dios, debemos notar también el
sacrificio que el Hijo hizo por nosotros. Dios es justo, y por lo tanto no
podría perdonar al hombre pecador. Con el fin de perdonar al hombre y mantener
al mismo tiempo su atributo de justicia, Dios dispuso que el Hijo viniera y
sacrificara su vida, derramando su sangre. Este sacrificio perfecto sin pecado,
es la causa por la cual Jesús obtuvo el juicio de Dios favorable para nosotros.
Sin la sangre de Cristo no podría haber salvación. "Al que nos
amó, y nos lavó de nuestros pecados con su sangre" (Apocalipsis
1.5). "Pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos
comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo
pecado" (1 Juan 1.7). ¿Quién podría decir que merece el
sacrificio del Hijo de Dios? La sangre de Cristo, es por lo tanto, otro ejemplo
de la gracia de Dios.
Otra prueba de la gracia de Dios se ve en que nos dio una guía infalible
e inspirada: la Biblia. La palabra de Dios es esencial para nuestra salvación,
Pablo escribió: "Porque no me avergüenzo del evangelio, porque
es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y
también al griego" (Romanos 1.16). Y otra vez: "Pues
ya que en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la
sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la
predicación" (1 Corintios 1.21). El mensaje que se ha de
predicar es, por supuesto, la palabra de Dios. Juan escribió:"Hizo
además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no
están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su
nombre" (Juan 20.30-31). Estos versículos se combinan para
mostrarnos lo esencial que es la Biblia en el plan de salvación. Debemos tener
la palabra para dirigirnos, aconsejamos y guiarnos. Sin embargo, el hombre no
lo hizo y no puede hacer nada para merecer tan inapreciable don. Por lo tanto,
la palabra es una demostración del favor inmerecido que recibimos de Dios. Esto
es producto de la gracia.
Otros versículos podían citarse como parte de la gracia de Dios, pero
éstos son suficientes para dar al estudiante una idea clara de lo que significa
ser salvo por gracia como dicen las Escrituras. Nosotros podemos ver
inmediatamente, que la gracia es innegablemente esencial para nuestra salvación
eterna. La salvación del hombre es completamente por gracia de parte de Dios y
completamente por fe de parte del hombre. La gracia de Dios ha aparecido
trayendo salvación a todos los hombres. Dios ha hecho todo lo necesario para
cumplir su parte en la salvación del hombre. El ha hecho todo lo posible, sin
comprometer su justicia. Ahora resta que el hombre acepte la gracia y el favor
de Dios. Esto se hace a través de la fe. La fe es la aceptación de Dios, de
Cristo y del Espíritu Santo, y poner toda la confianza en ellos de manera que
podamos obedecer sin objetar cada mandamiento de Dios, dado en la Escritura. La
fe que salva, es la fe que obedece, La Biblia nos habla de cómo por fe se
acepta la gracia de Dios:"El Señor no retarda su promesa, según
algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no
queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento" (2
Pedro 3.9). Como clímax de nuestro retorno inicial a Dios, también se nos dice: "¿0
no sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido
bautizados en su muerte? Porque somos sepultados juntamente con él para muerte
por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria
del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva" (Romanos
6.3-4).
Pablo nos dice que por el bautismo somos sepultados en la muerte de
Cristo, y puesto que en su muerte Cristo derramó su sangre, es entonces por el
bautismo como nos ponemos en contacto con la sangre de Jesús. La sangre de
Cristo es el medio que Dios ha usado en la economía divina para limpiar al hombre
de sus pecados y para hacerlo completamente aceptable. Esto no quiere decir que
la acción del hombre se halla en la naturaleza de merecer la salvación, porque
esta idea es contraria a la enseñanza de las Escrituras. Esto significa
simplemente que el hombre debe demostrar su creencia y su confianza en Dios,
por medio de los actos de obediencia. Un ejemplo clásico de esta verdad se
encuentra en 2 Reyes 5, donde leemos de cierto oficial del ejército sirio
llamado Naamán. El había contraído la desagradable enfermedad de la lepra. En
su casa estaba una sierva israelita, quien le comentó a la esposa de Naamán que
en Israel vivía un profeta que podía curarle. Naamán fue a la tierra de Israel,
a la casa de Eliseo el profeta. Cuando Naamán estuvo ante la humilde morada de
Eliseo, el profeta supo inmediatamente el objeto de la visita, enviando un
mensajero a Naamán que le dijera: "Ve y lávate siete veces en
el Jordán, y tu carne se te restaurará, y serás limpio" (2
Reyes 5.10). Esto hizo que Naamán se enojara y se fuera diciendo: "He
aquí yo decía para mí: Saldrá él luego, y estando en pie invocará el nombre de
Jehová su Dios, y alzará su mano y tocará el lugar, y sanará la lepra. Abana y
Farfar, ríos de Damasco, ¿no son mejores que todas las aguas de Israel? Si me
lavare en ellos, ¿no seré también limpio?" (2 Reyes 5.11,12).
Naamán, como muchos hombres hoy, daba más importancia a lo que él pensaba que a
lo que Dios había mandado. Este capitán sirio fue convencido cuando uno de sus
siervos le preguntó: "Si el profeta te mandara alguna gran
cosa, ¿no la harías?" (2 Reyes 5.13). Naamán se dio cuenta de
lo torpe que habia sido; fue al río Jordán, sumergiéndose siete veces como le
habia sido ordenado. Cuando salió del río estaba curado. ¿Qué fue lo que limpió
a Naamán? Ciertamente no fue el agua del río Jordán, porque si ésta hubiera
poseído algún poder para limpiar la lepra, seguramente todos los leprosos del
país habrían sido limpios. Obviamente, Naamán fue limpio por el poder de Dios;
pero el poder no le sirvió a Naamán hasta que creyó al mensajero de Dios y
demostró su confianza haciendo lo que le había sido ordenado.
Lo mismo sucede con nosotros: somos salvados por la gracia de Dios, pero
para que nos alcance el poder de Dios debemos hacer ciertas cosas. No somos
salvos por las cosas que hacemos, pero las cosas que hacemos nos traen hacia la
gracia y la misericordia de Dios. Es como si alguna persona benevolente nos
ofreciera un regalo valioso por hacer ciertas cosas. Dios ofrece salvación al
hombre. No hay nada que el hombre pueda hacer para merecer dicha salvación,
pero sí hay algo que nosotros debemos hacer para que la gracia de Dios nos sea
aplicada, trayéndonos el beneficio de la salvación. Somos salvos por la gracia
de Dios, y por nuestra fe, pero no es por obras, para que el hombre no pueda
gloriarse.
PRUEBA DE LA LECCIÓN 14
Pregunta Número:
1. Salvación es el tema central de la Biblia. ¿Sí? ¿No?
2. Una definición de gracia es favor inmerecido. ¿Sí? ¿No?
3. El medio que Dios ha usado para limpiar al hombre de sus pecados es
la sangre de Cristo. ¿Sí? ¿No?
4. Nos ponemos en contacto con la sangre de Cristo por medio de
bautismo. ¿Sí? ¿No?
5. Naamán fue limpio por la imposición de las manos de Eliseo sobre la
lepra. ¿Sí? ¿No?
6. El hombre acepta la gracia y el favor de Dios a través de la
sabiduría del mundo. ¿Sí? ¿No?
7. "Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la
gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo". Juan 1,
¿versículo no.?
8. "Al que nos amó, y nos lavó de nuestros pecados con
su sangre". Apocalipsis 1, ¿versículo no.?
9. "En quien tenemos redención por su sangre, el perdón
de pecados según las riquezas de su gracia". Efesios 1,
¿versículo no.?
10. "Porque la gracia de Dios se ha manifestado para
salvación a todos los hombres". Tito 2, ¿versículo no.?
11. Pablo dice "Porque somos sepultados juntamente con
él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los
muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida
nueva". Romanos 6, ¿versículo no.?
12. "El Señor no retarda su promesa, según algunos la
tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que
ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento". 2
Pedro 3, ¿versículo no.?
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