La caída del hombre
El pecado entró al mundo.
Satanás tentó a Eva por medio de la
serpiente y participó del fruto prohibido; también le dio del fruto a Adán, “el
cual comió así de ella” (Génesis 3:1-6).
Así, pecaron ese día y como resultado
fueron echados del jardín del Edén.
Murieron ese mismo día tuvieron una muerte
espiritual—una separación de la divina gracia de Dios (Isaías 59:2). Luego, como
consecuencia de estar separado del árbol
de la vida, murieron físicamente (Génesis 5:5).
Necesitaban entender que siempre
deben obedecer los mandamientos de Dios. Satanás, a través de la serpiente, engañó
a Eva al decirle que no moriría si comían del fruto prohibido (compárese I
Timoteo 2:13-14).
Por lo tanto, Adán introdujo el
pecado, y la muerte por el pecado entró al mundo.
Todos morimos físicamente debido al
pecado de Adán. “Por tanto, como el pecado entró en el mundo por un hombre y
por el pecado la muerte” (Romanos 5:12); “Porque por cuanto la muerte entró por
un hombre…, en Adán todos mueren…”
(I Corintios 15:21-22).
La Biblia no enseña que todos los
hombres nacen pecadores, que heredamos el pecado de Adán. Nadie nace pecador.
El pecado es un acto, una trasgresión a la ley de Dios (I Juan 3:4). Los bebés
nacen puros e inocentes (Mateo 19:14; compárese Mateo 18:1-3).
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